miércoles, 3 de julio de 2024

Huellas: Aluminosis Organizacional - artículo

En la publicación del día de ayer, Carles Ramió nos comentaba un libro de Xavier Marcet donde trataba el tema del Management Humanista, acá presentamos un artículo publicado en el diario español La Vanguardia, sobre el problema de la confianza en las organizaciones. Leemos en el artículo:

Aluminosis organizacional

Tú sabes que estará allá, que no fallará, que va a hacer su parte. Y es que hay gente que inspira confianza. Si recibimos una queja de un cliente o de otro departamento, la primera reacción no puede ser echar la culpa a mi equipo. La primera reacción es de confianza con el equipo. A partir de aquí, se analizan las situaciones y si hay un error se debe aprender de él y pedir disculpas. Pero lo primero es la confianza. Transpirar confianza. No hay cosa más descorazonadora que sentir que no confían en ti. Sembrar confianza más que sembrar control. Lo más estúpido es pretender controlar a la gente confiable. La confianza es un valor clave en una organización, por eso vuelvo a ella.

Un equipo es un estado de ánimo, nos dice Valdano. Muchos años antes el sabio del béisbol Yogi Berra nos decía que el béisbol es un 90% mental, y la otra mitad, físico. La confianza es el andamio del estado de ánimo. Un equipo puede alcanzar cotas extraordinarias desde la confianza. Por el contrario, de la desconfianza brota el estrés y la desmotivación. La confianza permite esos momentos en el que las sincronías multiplican. Cuando encajan los bolillos. Es desde la confianza donde podemos construir. Donde podemos crecer. Las empresas donde hay confianza, hay empoderamiento y riesgo sensato. Y esta es la base del crecimiento. Los que lo quieren tener todo bajo control no crecen. Los que no logran confiar en un representante o en un distribuidor en un país externo, no se internacionalizan. Los que no son capaces de jugársela poniendo la confianza en alguien que abre una delegación u otra línea de negocio, no crecen. 

La confianza se da entre personas, no entre máquinas. Y, recuerden, la estrategia son las personas. La confianza (y la generosidad) son el cimiento de las organizaciones. Cuando fallan aparece la aluminosis organizacional en forma de burocracia. A menos confianza, más burocracia. A menos confianza, más indicadores. Cuando en una multinacional los resultados no acompañan se pretende sustituir la confianza por una lista infinita de indicadores. Se recortan costes, se pone presión, se centraliza todo y se pretende enjaular cualquier atisbo de creatividad. Solo existe el presente y pretenden atajarlo desde el miedo. Pero si queremos mover el futuro necesitaremos la confianza.

 

Toxicidad y control

Frente a la confianza se encuentra el miedo y el control, cuando no la toxicidad: es muy difícil que un equipo con gente tóxica consiga grandes logros; presentará grandes excusas

Escoger a líderes en los que se pueda confiar es un punto fundamental. En el The Daily Drucker (un conjunto de textos de Drucker para mantener la inspiración todo el año), el profesor se refiere a un líder de un gran grupo multinacional famoso por escoger siempre a las personas adecuadas para las empresas adecuadas en cualquier parte del mundo. Drucker le preguntó: “¿En qué se fija usted?”. Y le contestó: “¿Me gustaría que uno de mis hijos trabajara para este? Si tiene éxito, los jóvenes lo imitarán. ¿Me gustaría que mi hijo se pareciera a él?”. Y Drucker concluye: “Esa creo yo que es la pregunta definitiva”. Ahora que hablamos de seleccionar personas con inteligencia artificial, esta pregunta me parece todavía más definitiva. Seleccionar a alguien es hacer una inversión de confianza en sus capacidades, en su versatilidad y en su integridad. Un líder confiable es aquel que, entre tomar una decisión que favorezca a la organización o le favorezca a él, tomará siempre la que sea mejor para la organización.

Los tóxicos son los grandes depredadores de la confianza. Siembran dudas envenenadas. Corroen relaciones. Crean malentendidos. Se apropian de lo compartido. Liderar un equipo es intentar mantenerlo como un espacio de confianza y sin toxicidad. Recuerden a Einstein: los tóxicos son esa gente que tiene un problema para cada solución. Son gente que se ríe del compromiso de los demás, que ven en todo una segunda o tercera intención. No son trigo limpio. Los tóxicos dinamitan la confianza en los equipos, cambian completamente las dinámicas de los equipos y las empobrecen. Es muy difícil que un equipo con gente tóxica consiga grandes logros, lo que presentará son grandes excusas. No se pueden imaginar la de veces que este asunto de los tóxicos sale como una preocupación seria cuando hacemos sesiones con equipos en las empresas. He visto a muchos profesionales desquiciados por alguien de su equipo que multiplica las disfunciones a la primera oportunidad. He observado muchas reuniones en las que la gente habla completamente condicionada por la presencia de una persona tóxica. No es un tema menor.

 

Pilar

La confianza es la base del crecimiento y el pilar del ‘management’ humanista que busca el equilibrio empresarial

El management humanista es un management basado en la confianza en las personas y en el equilibrio en las organizaciones. En una empresa hay mil situaciones que requieren de la complicidad y la confianza de la gente. Aunque el sueño de los burócratas es una organización sin excepciones, la vida está llena de cosas que no caben en los procesos ni en los protocolos. Y aquí la confianza es la mejor de las opciones. La confianza es lo que permite hacer asumible ese nivel óptimo de ineficiencia que a veces las empresas necesitan, o ese nivel soportable de contradicciones que acumulamos las personas.

Una organización sin confianza es una organización sin alma. El management humanista apuesta por una competitividad compatible con el equilibrio y la centralidad de las personas. Equilibrio entre clientes, trabajadores, accionistas y sociedad. El management humanista promueve una confianza sin buenismos innecesarios. Hay que merecer la confianza. Como todas las cosas que tienen valor, ganarse la confianza cuesta mucho, y se puede perder en un instante. El management humanista promueve organizaciones donde la confianza y no el miedo sean el hilo conductor de la relación entre las personas. Más confianza y menos miedo. Hay muchas empresas a las que les iría mucho mejor si desataran la energía y la creatividad de su gente. Si confiaran en ellas, les iría mejor. Pero todavía tenemos muchas empresas donde el axioma no es la confianza sino el miedo y el control.

Confiar es apostar. Confiar es arriesgar entre dudas. Ya nos lo dijo Hemingway: la mejor manera de saber si se puede confiar en alguien es confiando.

Nota de Redacción: Se denomina aluminosis o fiebre del hormigón a la lesión del hormigón que se manifiesta especialmente en las viguetas de los forjados de los edificios, por la cual el hormigón utilizado pierde sus propiedades haciéndose menos resistente y más poroso, poniendo así en peligro la estabilidad del edificio. (fuente: Wikipedia)


 

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Para reflexionar: El Rol del docente en la era digital

 



martes, 2 de julio de 2024

Huellas: El management humanista en la administración - artículo

Un nuevo aporte que Carles Ramió nos acerca desde su Blog, El Blog es público, que nos invita a reflexionar sobre los modelos de management aplicados en organizaciones, en especial en la Administración Pública. Leemos en el artículo:

El management humanista en la administración

Me inspiro en esta entrada gracias a un magnífico libro titulado Management humanista de Xavier Marcet y Javier García publicado a finales de 2023 por la editorial Plataforma Empresa. Últimamente está de moda el managent humanista que aparentemente es un oxímoron. Por una parte, el management es una disciplina en constante búsqueda de la máxima eficacia y eficiencia. En este sentido, un management de carácter instrumental e incluso grosero no le preocupa en absoluto la dimensión humana de las organizaciones. Las personas pueden ser tratadas como máquinas y si único valor reside en que pueden desplegar algunas actividades todavía no susceptibles de ser automatizadas. Por otra parte, el humanismo es un enfoque ético que pone en valor a las personas, a los empleados en este caso, a que puedan satisfacer sus expectativas y anhelos personales y profesionales. Por tanto, el management humanista es el enfoque que intenta combinar ambas dimensiones: aspirar a la máxima eficacia y eficiencia conciliando el crecimiento profesional y personal de los miembros de una organización. No se trata de una visión en absoluto innovadora ya que en los albores de los años 40 del siglo pasado emergió con fuerza un enfoque organizativo (Escuela de las Relaciones Humanas) enfocado en la motivación y satisfacción del personal en el seno de las organizaciones (Maslow, Herzberg, McGregor, etc.). Fue una corriente que nació en contraposición a las doctrinas organizativas entonces dominantes de carácter meramente instrumental, mecánico y despersonalizadas como el modelo fordista (taylorista) o burocrático.

El managent humanista posee una filosofía buenista pero no hay que llevarse al engaño ya que también posee una orientación netamente instrumental. A principios de los años 40 se produjo un cambio en el panorama organizativo: las organizaciones industriales cedían el testigo a las organizaciones prestadoras de servicios. Las organizaciones industriales tenían una naturaleza mecánica en la que los empleados asumían el rol de meros instrumentos en el que su motivación solo se canalizaba por la vía retributiva. En cambio, las organizaciones prestadoras de servicios son más complejas ya que interaccionan con los usuarios y sus estándares de calidad dependen tanto del servicio intrínseco como del extrínseco. Dicho de manera llana: la calidad de un servicio puede ser impecable, pero en cambio, el usuario queda totalmente insatisfecho con el mismo por una mala o pésima interacción con la persona o las personas que prestan el servicio. ¿Cómo se puede lograr una buena calidad del servicio en que el factor humano es determinante? La respuesta es sencilla: mediante unas buenas estrategias organizativas de motivación y satisfacción de los empleados. Por este motivo siempre me ha parecido el management humanista como una impostura ética ya que lo que realmente busca es una mayor eficacia y eficiencia en unas organizaciones que su calidad depende en gran medida del denominado factor humanos.

El autor actual más relevante de este enfoque es Xavier Marcet que tiene un enorme predicamento ya que en el sector privado sigue siendo necesario insistir en la importancia del bienestar de sus empleados en una sociedad del conocimiento en que la retención y captación del talento es el máximo ingrediente para poder ser competitivo. Para mi es una paradoja esta insistencia y moda del management humanista ya que me parece una obviedad, salvo en las organizaciones poco sofisticadas y precarias, en que el modelo más eficiente sería el esclavismo.

Pero aquí tratamos de management público y se pude afirmar con rotundidad que el único management posible en este ámbito es el humanista. No puede ser otro modo por los elevados estándares de ética y valores públicos en los que se deben comportar las administraciones públicas no solo con los ciudadanos sino también con sus empleados (que son también ciudadanos). Pero es que, además, las administraciones públicas prestan servicios complejos e interaccionan con la sociedad de tal manera que si los empleados públicos no se sienten confortables la calidad de los servicios públicos palidece. Por tanto, es necesario implantar el management humanista en la gestión pública. Pero este proceso presenta dos problemas graves: por una parte, las administraciones públicas poseen una naturaleza mecánica y neutra a la que le cuesta mucho establecer dinámicas de complicidad con los empleados públicos. Las instituciones públicas se suelen caracterizar por ser autistas, desagradecidas y no tener memoria. Si un empleado público no demuestra cada día su valor la inercia organizativa lo margina e incluso si muestra su valor a la Administración le cuesta reconocerlo. Ante esta ausencia de estímulos motivacionales tanto por motivos de un deficiente liderazgo como de complejidad institucional las administraciones son generosas en incentivos menos sofisticados: flexibilidad horaria, días de asuntos propios, medidas de conciliación, etc. El resultado es una paradoja: empleados públicos que disfrutan de unas condiciones laborales envidiables pero que están estructuralmente descontentos ya que no se satisfacen sus demandas intrínsecas de carácter profesional y personal. Esta perversa relación se asemeja a una crisis de pareja en la que una parte no da apoyo emocional a la otra y opera de manera despreocupada y limita la relación a hacer periódicamente costosos regalos. El lujo material no puede ocultar ni superar la mísera emocional.

Otro problema en la Administración pública con el management humanista es la deriva fácil hacia el buenismo, tal y como lo ha argumentado muy bien y recientemente Xavier Marcet en un artículo en el diario La Vanguardia. El buenismo institucional y de liderazgo reside en dejar hacer a los empleados sin ningún estímulo de dirección ni ningún grado de exigencia. Aquí la metáfora sería la de unos malos progenitores que atienden a todos los caprichos materiales de sus hijos, que los dejan a su libre albedrío contribuyendo de manera inevitable a generar unos vástagos caprichosos, egoístas y emocionalmente inestables. Además, el management buenista es un aliciente para que los psicópatas campen a sus anchas siendo una fuente constante de conflictos internos y de desmotivación general de los empleados sanos y responsables. Liderazgo y relaciones humanas son como la coctelería fina: hay que saber encontrar las medidas justas de cada ingrediente.

 

 

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lunes, 1 de julio de 2024

Telxínoe: Un instante, para toda la vida

Hoy presentamos una serie de fotografías, donde los fotógrafos esperaron pacientemente para capturar la foto de su vida.

Leonardo Sens (3 años)

Alan McFadyen (6 años)

Valerio Minato (6 años)

Steve Biro

Mario Cea Sánchez

Clint Ralph

Clint Ralph (4 años)

Thomas D. Mangelsen

Stefano Zanarello

Mithun Hunugund

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